sábado, 30 de agosto de 2008

YO TENGO UN SUEÑO....

Hay vidas que se prolongan más allá de la biología. Esas vidas son las que modelan la historia. El reverendo Martin Luther King, desde las escalinatas del monumento a Lincoln, en 1963, pronunció el inmortal discurso "Yo tengo un sueño".


El Moisés afroamericano, con sus palabras, dibujó el mapa exacto de la tierra prometida donde mana la leche de la igualdad y la miel de la libertad. King sólo pudo ser el profeta de su sueño. Esta generación será la que deba realizarlo.

Barak Obama, candidato demócrata, fue llamado por la historia para ser el Josué que logre la conquista.



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Tengo un sueño




Por Martin Luther King, Jr.




Discurso leído en las gradas del Lincoln Memorial durante la histórica Marcha sobre Washington




Estoy orgulloso de reunirme con ustedes hoy, en la que será ante la historia la mayor manifestación por la libertad en la historia de nuestro país.

Hace cien años, un gran estadounidense, cuya simbólica sombra nos cobija hoy, firmó la Proclama de la emancipación. Este trascendental decreto significó como un gran rayo de luz y de esperanza para millones de esclavos negros, chamuscados en las llamas de una marchita injusticia. Llegó como un precioso amanecer al final de una larga noche de cautiverio. Pero, cien años después, el negro aún no es libre; cien años después, la vida del negro es aún tristemente lacerada por las esposas de la segregación y las cadenas de la discriminación; cien años después, el negro vive en una isla solitaria en medio de un inmenso océano de prosperidad material; cien años después, el negro todavía languidece en las esquinas de la sociedad estadounidense y se encuentra desterrado en su propia tierra.

Por eso, hoy hemos venido aquí a dramatizar una condición vergonzosa. En cierto sentido, hemos venido a la capital de nuestro país, a cobrar un cheque. Cuando los arquitectos de nuestra república escribieron las magníficas palabras de la Constitución y de la Declaración de Independencia, firmaron un pagaré del que todo estadounidense habría de ser heredero. Este documento era la promesa de que a todos los hombres, les serían garantizados los inalienables derechos a la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad.

Es obvio hoy en día, que Estados Unidos ha incumplido ese pagaré en lo que concierne a sus ciudadanos negros. En lugar de honrar esta sagrada obligación, Estados Unidos ha dado a los negros un cheque sin fondos; un cheque que ha sido devuelto con el sello de "fondos insuficientes". Pero nos rehusamos a creer que el Banco de la Justicia haya quebrado. Rehusamos creer que no haya suficientes fondos en las grandes bóvedas de la oportunidad de este país. Por eso hemos venido a cobrar este cheque; el cheque que nos colmará de las riquezas de la libertad y de la seguridad de justicia.

También hemos venido a este lugar sagrado, para recordar a Estados Unidos de América la urgencia impetuosa del ahora. Este no es el momento de tener el lujo de enfriarse o de tomar tranquilizantes de gradualismo. Ahora es el momento de hacer realidad las promesas de democracia. Ahora es el momento de salir del oscuro y desolado valle de la segregación hacia el camino soleado de la justicia racial. Ahora es el momento de hacer de la justicia una realidad para todos los hijos de Dios. Ahora es el momento de sacar a nuestro país de las arenas movedizas de la injusticia racial hacia la roca sólida de la hermandad.

Sería fatal para la nación pasar por alto la urgencia del momento y no darle la importancia a la decisión de los negros. Este verano, ardiente por el legítimo descontento de los negros, no pasará hasta que no haya un otoño vigorizante de libertad e igualdad.

1963 no es un fin, sino el principio. Y quienes tenían la esperanza de que los negros necesitaban desahogarse y ya se sentirá contentos, tendrán un rudo despertar si el país retorna a lo mismo de siempre. No habrá ni descanso ni tranquilidad en Estados Unidos hasta que a los negros se les garanticen sus derechos de ciudadanía. Los remolinos de la rebelión continuarán sacudiendo los cimientos de nuestra nación hasta que surja el esplendoroso día de la justicia.

Pero hay algo que debo decir a mi gente que aguarda en el cálido umbral que conduce al palacio de la justicia. Debemos evitar cometer actos injustos en el proceso de obtener el lugar que por derecho nos corresponde. No busquemos satisfacer nuestra sed de libertad bebiendo de la copa de la amargura y el odio.

Debemos conducir para siempre nuestra lucha por el camino elevado de la dignidad y la disciplina. No debemos permitir que nuestra protesta creativa degenere en violencia física. Una y otra vez debemos elevarnos a las majestuosas alturas donde se encuentre la fuerza física con la fuerza del alma.

La maravillosa nueva militancia que ha envuelto a la comunidad negra, no debe conducirnos a la desconfianza de toda la gente blanca, porque muchos de nuestros hermanos blancos, como lo evidencia su presencia aquí hoy, han llegado a comprender que su destino está unido al nuestro y su libertad está inextricablemente ligada a la nuestra. No podemos caminar solos. Y al hablar, debemos hacer la promesa de marchar siempre hacia adelante. No podemos volver atrás.

Hay quienes preguntan a los partidarios de los derechos civiles, "¿Cuándo quedarán satisfechos?"
Nunca podremos quedar satisfechos mientras nuestros cuerpos, fatigados de tanto viajar, no puedan alojarse en los moteles de las carreteras y en los hoteles de las ciudades. No podremos quedar satisfechos, mientras los negros sólo podamos trasladarnos de un gueto pequeño a un gueto más grande. Nunca podremos quedar satisfechos, mientras un negro de Misisipí no pueda votar y un negro de Nueva York considere que no hay por qué votar. No, no; no estamos satisfechos y no quedaremos satisfechos hasta que "la justicia ruede como el agua y la rectitud como una poderosa corriente".

Sé que algunos de ustedes han venido hasta aquí debido a grandes pruebas y tribulaciones. Algunos han llegado recién salidos de angostas celdas. Algunos de ustedes han llegado de sitios donde en su búsqueda de la libertad, han sido golpeados por las tormentas de la persecución y derribados por los vientos de la brutalidad policíaca. Ustedes son los veteranos del sufrimiento creativo. Continúen trabajando con la convicción de que el sufrimiento que no es merecido, es emancipador.

Regresen a Misisipí, regresen a Alabama, regresen a Georgia, regresen a Louisiana, regresen a los barrios bajos y a los guetos de nuestras ciudades del Norte, sabiendo que de alguna manera esta situación puede y será cambiada. No nos revolquemos en el valle de la desesperanza.
Hoy les digo a ustedes, amigos míos, que a pesar de las dificultades del momento, yo aún tengo un sueño. Es un sueño profundamente arraigado en el sueño "americano".

Sueño que un día esta nación se levantará y vivirá el verdadero significado de su credo: "Afirmamos que estas verdades son evidentes: que todos los hombres son creados iguales".
Sueño que un día, en las rojas colinas de Georgia, los hijos de los antiguos esclavos y los hijos de los antiguos dueños de esclavos, se puedan sentar juntos a la mesa de la hermandad.
Sueño que un día, incluso el estado de Misisipí, un estado que se sofoca con el calor de la injusticia y de la opresión, se convertirá en un oasis de libertad y justicia.

Sueño que mis cuatro hijos vivirán un día en un país en el cual no serán juzgados por el color de su piel, sino por los rasgos de su personalidad.


¡Hoy tengo un sueño!

Sueño que un día, el estado de Alabama cuyo gobernador escupe frases de interposición entre las razas y anulación de los negros, se convierta en un sitio donde los niños y niñas negras, puedan unir sus manos con las de los niños y niñas blancas y caminar unidos, como hermanos y hermanas.

¡Hoy tengo un sueño!

Sueño que algún día los valles serán cumbres, y las colinas y montañas serán llanos, los sitios más escarpados serán nivelados y los torcidos serán enderezados, y la gloria de Dios será revelada, y se unirá todo el género humano.

Esta es nuestra esperanza. Esta es la fe con la cual regreso al Sur. Con esta fe podremos esculpir de la montaña de la desesperanza una piedra de esperanza. Con esta fe podremos trasformar el sonido discordante de nuestra nación, en una hermosa sinfonía de fraternidad. Con esta fe podremos trabajar juntos, rezar juntos, luchar juntos, ir a la cárcel juntos, defender la libertad juntos, sabiendo que algún día seremos libres.

Ese será el día cuando todos los hijos de Dios podrán cantar el himno con un nuevo significado, "Mi país es tuyo. Dulce tierra de libertad, a tí te canto. Tierra de libertad donde mis antesecores murieron, tierra orgullo de los peregrinos, de cada costado de la montaña, que repique la libertad". Y si Estados Unidos ha de ser grande, esto tendrá que hacerse realidad.

Por eso, ¡que repique la libertad desde la cúspide de los montes prodigiosos de Nueva Hampshire! ¡Que repique la libertad desde las poderosas montañas de Nueva York! ¡Que repique la libertad desde las alturas de las Alleghenies de Pensilvania! ¡Que repique la libertad desde las Rocosas cubiertas de nieve en Colorado! ¡Que repique la libertad desde las sinuosas pendientes de California! Pero no sólo eso: ! ¡Que repique la libertad desde la Montaña de Piedra de Georgia! ¡Que repique la libertad desde la Montaña Lookout de Tennesse! ¡Que repique la libertad desde cada pequeña colina y montaña de Misisipí! "De cada costado de la montaña, que repique la libertad".

Cuando repique la libertad y la dejemos repicar en cada aldea y en cada caserío, en cada estado y en cada ciudad, podremos acelerar la llegada del día cuando todos los hijos de Dios, negros y blancos, judíos y cristianos, protestantes y católicos, puedan unir sus manos y cantar las palabras del viejo espiritual negro: "¡Libres al fin! ¡Libres al fin! Gracias a Dios omnipotente, ¡somos libres al fin!"


Washington, DC, 28 de agosto de 1963

viernes, 29 de agosto de 2008

OBAMA DICE HA LLEGADO EL MOMENTO DEL CAMBIO EN LOS ESTADOS UNIDOS


BARACK OBAMA SE JURAMENTO OFICIALMENTE COMO CANDIDATO AL PARTIDO DEMOCRATA DE LOS ESTADOS UNIDOS EN UN ACTO AL QUE ASISTIERON MAS DE 80 MIL PERSONAS


AGENCIA EFE.- Barack Obama aceptó la candidatura demócrata a la presidencia en una velada histórica en la que dijo que ha llegado el momento del cambio en EE.UU. tras ocho años de "políticas fallidas" de los republicanos.

"Con ocho basta", aseguró el senador por Illinois ante una multitud enardecida, en referencia a los ocho años de la presidencia de George W. Bush, cuyas "políticas fallidas" equiparó con las de su rival republicano John Mcain, sobre el que vertió duras críticas.

"John McCain ha votado con George Bush el 90 por ciento de las veces. Al senador McCain le gusta hablar de tener criterio, pero realmente qué criterio tienes si piensas que George Bush estuvo en lo cierto el 90 por ciento de las veces", apuntó.

Su comparecencia en el estadio Invesco Field llegó después de una larga jornada en la que se sucedieron la música y la política y que coincidió con el 45 aniversario del mítico discurso "I have a Dream" (Tengo un sueño) del reverendo afroamericano Martin Luther King.

Por el escenario circular azul, el color de los demócratas, instalado sobre la hierba del estadio de Denver desfilaron artistas como Stevie Wonder, Jennifer Hudson, Will.i.am con John Legend, Sheryl Crow y Michael McDonald.

A ellos se sumaron, en el frente político, el candidato a la vicepresidencia demócrata Joseph Biden, el ex vicepresidente Al Gore, el gobernador de Nuevo México, Bill Richardson y la presidenta de la Cámara de Representantes Nancy Pelosi, entre otros.

Todos acudieron a la palestra con un mensaje común: "McCain es más de lo mismo".

Pero el momento estelar de la jornada llegó pasadas las ocho de la noche local, cuando apareció en el podio un sonriente Obama.

Lo recibieron más de 84.000 personas con una lluvia de banderas estadounidenses y al grito de "Obama" y "Yes we can" (Sí podemos), el lema de su campaña.

Obama, que oficializó su candidatura esta semana durante la Convención Demócrata en Denver centró su discurso en una clase media venida a menos, a la que necesita cortejar para ganar el 4 de noviembre y de la que hoy se alzó en paladín.

Recordó su trabajo como organizador comunitario en los barrios pobres de Chicago y tuvo palabras para su abuela, que lo ayudó a criar, y cuya lucha para mejorar en la vida comparó con la del ciudadano medio estadounidense.

"No sé qué clase de vida piensa John McCain que tienen las celebridades, pero ésta es la que he tenido yo", dijo en referencia a las críticas de su rival, que lo acusa de ser una simple celebridad que no está listo para gobernar.

"Esos son mis héroes", apuntó en referencia a su abuela y a los trabajadores de Chicago que sufrieron el cierre de las plantas siderúrgicas.

Aseguró que "en su nombre" piensa "ganar estas elecciones y mantener la promesa estadounidense viva".

Su discurso, que mezcló lo personal con lo político, alertó del peligro que corre la que definió como "promesa estadounidense", el título de su discurso.

Esa promesa permitió que sus padres, un economista keniano educado en Harvard y su madre, una mujer de Kansas, que no eran "ni ricos ni conocidos", compartiesen una creencia común, la de que en EE.UU. su hijo podría alcanzar cualquier cosa que se propusiese.

Pero la promesa que EE.UU. ofrecía a sus ciudadanos e inmigrantes ha comenzado a evaporarse, aseguró, debido a una política que ha privilegiado a los más adinerados y a los intereses creados.

Obama, a quien sus críticos tachan de poco concreto, dijo que "cambio significa un sistema tributario que no premia a los grupos de presión que lo redactaron, pero sí a los trabajadores estadounidenses y a los pequeños negocios que lo merecen", explicó.

Insistió en que dará incentivos fiscales a las compañías que creen puestos de trabajo en EE.UU. y que reducirá los impuestos a un 95 por ciento de todas las familias trabajadoras.

En política exterior, uno de los ámbitos donde los republicanos más lo han criticado por su inexperiencia, recordó en que se opuso desde el principio a la guerra de Irak y anunció que acabará con la presencia militar en este país "de manera responsable".

La noche concluyó con una lluvia de confeti y fuegos artificiales en lugar de los tradicionales globos, en una muestra del espíritu de "cambio" con el que los demócratas afrontan esta campaña electoral.

miércoles, 27 de agosto de 2008

Antídotos para errores generados a partir de la "Teología de la Liberación"

Tomado de la Pagina http://www.neoliberalismo.com/
El monopolio es una ofensa criminal, ofende la libertad de elegir, destruye la posibilidad de optar y obliga a pagar un precio mayor al que habría en el mercado si no existiera tal monopolio (si huiusmodi monopolium non esset)

"Quede, pues, sentado que cuando se busca el modo de aliviar a los pueblos, lo que principalmente y como fundamento de todo se ha de tener, es esto: que se debe guardar intacta la propiedad privada" Leon XIII। Rerum Novarum 10। Afirmó Hayek "Los principios teóricos de la economía de mercado... no fueron diseñados por los calvinistas y protestantes escoceses, sino por los jesuitas y miembros de la Escuela de Salamanca durante el Siglo de Oro español"

Un Hombre que emprende un viaje y deja talentos a sus siervos y a la vuelta les pide cuenta, según la capacidad de cada uno, y al que enterró su único talento se lo quita y se lo da al que tiene diez, diciendo: "Porque al que tiene se le dará y tendrá en abundancia; pero al que no tiene se le arrancará hasta lo que parece tener y al siervo inútil se lo lanzará a las tinieblas exteriores".
(Mt.25,11-30).

Cuando se aborda este tema sin las necesarias distinciones y los indispensables esclarecimientos, se producen algunas confusiones que han llevado a que algunos vean casi una antinomia entre ambos conceptos: DOCTRINA CATÓLICA y ECONOMÍA DE MERCADO. Esto sin contar con la intencional manipulación promovida por los deformadores profesionales de la doctrina católica en favor del socialo comunismo, fuente de mil otras confusiones y semillero de innumerables y perniciosos errores.

La Doctrina Católica, como es sabido, comprende al hombre por entero y no apenas al homens economicus. La Moral, por ejemplo, aborda problemas individuales y colectivos; problemas de conciencia, problemas de justicia social y de caridad; las obligaciones del hombre para con Dios y para con su prójimo; etc.

Abordar la economía, ciencia de lo real y concreto, como un asunto de caridad y de filantropía, y no de justicia, de libertad, de realidad, es desnaturalizarla, tomarla por otra cosa, por más noble, honesta y necesaria que sea, eso no es economía. Tomar lo que dice la Iglesia a la conciencia individual, como consejo evangélico u obligación ante Dios, como siendo directiva económica será fuente de malentendidos, causa de injusticias y de perjuicios irreparables, por mejores que sean las intenciones.

Por otra parte, asimilar la libertad, ese don precioso con que Dios dotó a la creatura humana, con el liberalismo filosófico y específicamente con la actitud de quien destrona a Dios, se independiza de Él y se "libera" de su Ley, lleva similarmente a confusiones. Por eso es preferible hablar de "Economía de Mercado". Tanto más que, la moderna economía tiene su antecedente no en Adam Smith, David Ricardo, los fisiócratas franceses, el liberalismo filosófico, sino, para Occidente al menos, su origen lo encontramos en la Escolástica y en la economía medieval.

De hecho, aunque no sea muy divulgado, San Alberto Magno y Santo Tomás fundaron una escuela de economía que sistematizó los conocimientos del orden natural económico y que más tarde tuvo un gran desarrollo con San Bernardino de Siena, para algunos el mayor economista de todos los tiempos, San Antonino de Florencia, la Escuela de Salamanca, con el Cardenal Cayetano y el famoso Domingo de Soto, los primeros jesuitas, con Vives y Mariana, entre otros...

Es así como un destacado pensador del siglo XX en esta materia, el premio Nobel Friedrich A. Hayek, llegó a afirmar que "los principios teóricos de la economía de mercado... no fueron diseñados por los calvinistas y protestantes escoceses, sino por los jesuitas y miembros de la Escuela de Salamanca durante el Siglo de Oro español". En efecto, se podrían citar varios Doctores, ignacianos o salamantinos, que ya en el siglo XVI abordaron con extraordinaria lucidez la realidad natural contenida en las leyes de la oferta y la demanda, el influjo de la cantidad de dinero circulante en los precios, el comercio internacional...

Una fuente inagotable de confusiones en nuestro tema radica en la simplificación con que muchas veces se considera -sacándola de contexto- la enseñanza contenida en las llamadas Enciclicas Sociales. Por ejemplo, no considerar con la debida atención la distinción dada por el Magisterio Pontificio al respecto del propietario y las obligaciones que le son inherentes.

La Propiedad Privada es un pilar fundamental de la economía de mercado y es, a su vez, base no menos fundamental de la Moral y del Orden Católico.

El Prof. Plinio Correa de Oliveira en su ensayo "La Libertad de la Iglesia en el Estado Comunista" muestra la ligazón íntima existente entre la vigencia de este principio y la santificación de los fieles (Mandamientos, noción de justicia, etc.) y concluye que la Iglesia no puede transigir en este punto sin traicionar gravemente su misión. Esta tesis fue elogiada por una de las más altas Congregaciones del Vaticano y considerada "eco fidelísimo del sagrado magisterio".

El respeto a la propiedad conlleva el respeto a la libertad, así como su violación implica coartar la libertad. Ambos conceptos están íntimamente ligados.

Tan sagrada es la propiedad que no solamente es objeto de dos mandamientos de la Ley de Dios, sino que el Divino Maestro, como relatan los Evangelios, nos explicó el Reino de los Cielos y nos dio a conocer a Dios usando repetidas veces la imagen de un gran propietario, de un señor de siervos a los que pide cuentas, que exige severamente que produzcan, que proclama el derecho de hacer con sus bienes lo que bien entienda:

"El reino de los cielos - enseña- es semejante a:

Un Rey que preparó el banquete de bodas de su hijo y manda a sus siervos lanzar amarrado de pies y manos a la tinieblas exteriores al que se presentó al banquete sin el vestido nupcial (Lc.22,1-14)

Un padre de familia que planta una viña, construye una cerca para defenderla, construye un lagar, eleva una torre, la arrienda... (Mt 21, 33-41)

Un propietario de una viña que sale a diferentes horas del día a contratar operarios para su viña y paga lo mismo al que trabajó todo el día que el que lo hizo solamente una hora (Mt 20, 1-16)

Un Hombre que emprende un viaje y deja talentos a sus siervos y a la vuelta les pide cuenta según la capacidad de cada uno y al que enterró su único talento se lo quita y se lo da al que tiene diez, diciendo: "Porque al que tiene se le dará y tendrá en abundancia; pero al que no tiene se le arrancará hasta lo que parece tener y al siervo inútil se lo lanzará a las tinieblas exteriores". (Mt.25,11-30).

Si esas imágenes de propiedad y de señorío no fuesen esencialmente buenas, Dios no podría servirse de ellas para explicar y revelarnos aquello que hay de más alto, noble y justo, como es el Reino de los Cielos y como lo es Dios mismo.

Es así que no extraña que los papas de las Encíclicas sociales sean tajantes en esta materia y asienten este derecho como cosa principal. Y no solamente porque sea un derecho legítimo, sino porque además es de justicia respetarlo y es algo esencial para el Bien Común y la prosperidad general.

"Quede, pues, sentado que cuando se busca el modo de aliviar a los pueblos, lo que principalmente y como fundamento de todo se ha de tener, es esto: que se debe guardar intacta la propiedad privada" Leon XIII. Rerum Novarum # 10.

***

No obstante, si la propiedad, como lo dice la palabra, pertenece al propietario, y éste es señor y dueño, la Doctrina Católica recuerda también a los propietarios y, con insistencia no menor, las obligaciones de caridad que tienen con su prójimo, que pueden llegar a ser muy graves; elogia el desprendimiento, fomenta la caridad, instituye el voto de pobreza, etc. Inclusive predicadores, a veces llevados a las honras de los altares, llegan a apostrofar el egoísmo de los ricos,...

Parece contradictorio pero lo es solo en apariencia. Basta prestar atención a qué se están refiriendo y en qué sentido lo están diciendo. En su divino equilibrio, la Iglesia enseña que hay inherentes a la propiedad -como también a los bienes de inteligencia, savoir faire, savoir plaire, habilidad manual, salud, condición social, etc., obligaciones de caridad -además de las de justicia- de las cuales tendrán que dar cuenta a Dios, pero que no corresponde a la autoridad civil exigirlas pues escapan a su alzada. Responsabilidades que no pueden ser exigidas por ley sin violentar la justicia, coartar la libertad y caer en el totalitarismo. Son obligaciones que pertenecen al ámbito de las relaciones del hombre con Dios porque a Dios, nuestro creador y providente sustentador, de todo deberemos dar cuenta, hasta de las palabras vanas, de las acciones y de las omisiones, por que Él es Dios y nosotros sus creaturas. Pero es a Dios... no al Estado, ni al juez terreno a quien debemos dar cuenta.

Así, una cosa es el predicador hablando a las conciencias individuales a las cuales recuerda las obligaciones morales frente a Dios y otra es la Iglesia enseñando los principios del orden natural y los imperativos de la justicia social que han de regir la convivencia humana, éstos sí objeto de la ley civil y de la justicia terrenal.

El hombre frente a Dios es administrador de sus bienes y de los talentos que posee, pero frente a los otros hombres y al estado, es señor y dueño verdadero. La Iglesia, representando a Dios, habla en ambas esferas. Al Estado cabe cuidar de una, la esfera pública, la esfera de la justicia conmutativa y de la justicia distributiva, bien entendidas, por cierto. Ir más allá y tratar al propietario como mero administrador es acabar con el carácter individual, privado, de la propiedad, transformándola en social; es intentar, vanamente, sustituir a Dios, con lo que se vuelve totalitario.

La Iglesia cuando recuerda al propietario sus deberes morales con relación a los pobres y les dice que han de dar cuenta a Dios del uso que hagan de sus bienes, no está hablando de economía ni está proponiendo un principio de orden social y económico, está hablando a la conciencia individual, está tratando de obligaciones morales que no pueden ser exigidas por ley y justicia civiles.

Pero la Iglesia proporciona también los principios del recto orden social: ahí habla de justicia. Para la recta convivencia social ambas son necesarias. Aquí se destaca el papel insustituible de la religión para la obtención de la paz verdadera, esto es la tranquilidad en el orden, y de la prosperidad auténtica y justa.




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