lunes, 28 de julio de 2008

POR UN GOBIERNO JUSTO, PARA ALEGRÍA DEL PUEBLO

Por Jose Manuel Ramos Severino

La persona humana es un ser biosíquicosocial, la entidad más perfeccionada de las especies vivientes, un ente político por naturaleza, que imperiosamente debe vivir en sociedad, para satisfacer sus necesidades materiales y espirituales, que le facilitan un desarrollo progresivo.

Los hombres y mujeres, sino habitan en sociedad, degeneran su calidad de vida y su potencial psíquico. Pero, es de importancia capital, establecer un orden social, garante del bienestar del género humano. De ahí, que la ciencia política es la herramienta que permite la organización del hábitat humano.

La política es el conocimiento que permite la organización, permanencia y gobierno en una nación o Estado. En ese tenor, es una ciencia social que estudia las relaciones y los procedimientos empleados por los gobernantes para conducir a las personas, así como las reacciones de los gobernados. Es pués, el espacio de mediación de las relaciones de poder. Por tanto, debe fundamentarse en el estudio de las realidades sociales de un conglomerado humano. Siendo las personas académicas y sensibles a las injusticias sociales, las más aptas para ejercer tan noble oficio y alcanzar las posiciones, cargos o magistraturas del Estado.

Muchas personas expresan, que no son políticas; concepto erróneamente argumentado; toda vez que por naturaleza tenemos dicha condición, porque vivimos en sociedad. Ahora bien, un ciudadano, puede manifestar que no ejerce la política partidista, lo que sí es una concepción correcta.

Si los ciudadanos y ciudadanas capacitados y honrados, no se inmiscuyen en la política con todo su caudal de conocimientos, no podrán ascender a posiciones estatales de dirección y no serán útil a la República. Y los que no tienen ninguna virtud profanan las instituciones públicas, ante la indiferencia postradora de los pueblos. Sustentamos lo anterior, porque los mejores individuos, de reconocidos méritos morales y académicos, se han apartado del accionar político en nuestro país; entonces, el resguardo necesario del bien común es ultrajado a cada instante, por personas que no tienen honestidad y prudencia, que han establecido un desgobierno u oclocracia en nuestra nación. De este estado de cosas todos somos culpables por omisión.

Todas las clases sociales en nuestra República, sienten apatía a participar en la actividad política partidaria, pero los espacios sociales no deben dejarse vacíos; porque otra persona o grupo oportunista, con pésimas condiciones morales, asumirá el protagonismo, escalará a las posiciones públicas y tomará malsanas decisiones, que a la postre hieren el interés de la colectividad. Entonces, a todos los ciudadanos se le presenta una disyuntiva : Nos organizamos políticamente en asociaciones civiles o grupos comunitarios, así como en partidos políticos; o dejamos que la indiferencia social permita que el pueblo sea diezmado por los desgobiernos.

Se tiene por entendido, que la política es una ciencia, o sea, que existen principios y técnicas establecidas, para desempeñarse en la misma. De lo que se desprende, que quien la ejerce, debe conocer el medio social en el cual desarrolla su actividad; estudiar la historia, creencias religiosas, costumbres y la organización política-económica de la nación, para ayudar a solucionar los males sociales que afectan a la colectividad.

Los partidos políticos son herramientas organizativas de los ciudadanos como sujetos pasivos del poder, que mediante el voto popular se constituyen en mandantes y soberanos; en consecuencia, el sufragio nos convierte en sujetos activos en el control de la dirección de las instituciones públicas, mediante el poder que otorgamos a las autoridades electas. En pocas palabras, el pueblo es quien elige los ciudadanos que lo representarán para gobernar.

La democracia es el mayor bien social, que debe ser defendido por la ciudadanía, porque únicamente en este sistema político puede imperar la libertad, la justicia social y la paz. Pero, necesita para sostenerse de sus mejores individuos, que puedan acceder a posiciones de eminencia, e implementar una





mejor distribución de las riquezas nacionales; principalmente para realizar los grandes cambios en el área de la democracia distributiva o justicia social, que permita un salto cualitativo a la República Dominicana.

Cuando analizamos la realidad de la democracia formal en nuestro país, a partir de 1966 hasta la fecha, sin lugar a ninguna duda debemos concluir, que existe una exclusión en la inversión social de grandes sectores populares, que no tienen derecho a alimentación, vivienda y educación. Con una deuda social acumulada, que no encuentra en los gobiernos, la voluntad política para contrarrestarla, aunque existan las condiciones materiales para superarla, como es el caso de la niñez dominicana desamparada que deambula por ciudades y campos. Lo que evidencia la falta de justicia social y un desgobierno. En términos parecidos concluyó el Informe Nacional de Desarrollo Humano 2005. Invitamos deferentemente al lector a localizar dicho informe en : http://www.pnud.org.do/

Cicerón, el gran orador y jurisconsulto romano, escribió una frase imperecedera : “LA INJUSTICIA ES LA RUINA DE LOS ESTADOS.” No somos pesimistas, pero la realidad social se impone, para ser sostenida o modificada. El estatus quo o situación imperante en la República Dominicana, debe ser motivo de análisis, para ser transformada y lograr una democracia distributiva de las riquezas estatales, que conjure la injusticia social, mediante prácticas administrativas transparentes y justas; así como el voto consciente a favor del empoderamiento de los ciudadanos y ciudadanas honestas, quienes siempre serán útil al afianzamiento del Estado.

El PARTIDO JUSTICIA SOCIAL, entiende que los ciudadanos pensantes y honestos de la República Dominicana, mediante los mecanismos democráticos para ascender al poder político, deben organizarse y propugnar : “ POR UN GOBIERNO JUSTO, PARA ALEGRÍA DEL PUEBLO. ”




Entradas populares

Seguidores

Vistas de página en total